Durante el siglo XIX en Occidente, se conforman los sistemas educativos nacionales. Dicho proceso implica un ordenamiento jerárquico de un conjunto de instituciones educativas de alcance nacional, expresados por grados y niveles relacionados entre sí por algún principio de secuencia y comunicados, básicamente por certificaciones y diplomas (Archer, 1984; Babini, 1991). En nuestro país la estructuración del sistema educativo, realizada en las dos últimas décadas del referido siglo, es parte de un conjunto de atributos que definen la estatidad y suponen la capacidad del Estado nacional de ejercer su control a través de instituciones públicas con legitimidad reconocida (Oszlak, 1997). En el ámbito educacional implica la estructuración de tres niveles de enseñanza y la existencia de diversas modalidades institucionales en los niveles medio y superior. En la provincia de Córdoba, hasta mediados del siglo XX existe un subsistema educativo en construcción, dado que los ciclos y niveles de su estructura carecen de un perfil definido: la función de brindar instrucción básica, asignada tradicionalmente al nivel primario, es compartida por instituciones vinculadas a la formación para el trabajo. De allí que los contenidos referidos a este tipo de formación elemental sean incluidos en los planes de estudio de diferentes modalidades (artes y oficios, profesional de mujeres, escuelas-talleres de tejidos y comercial en sus orígenes). Esta precaria diferenciación funcional entre los niveles de enseñanza primario y medio, especialmente durante las primeras tres décadas del siglo pasado, remite a los problemas de cobertura educativa y a la necesidad de expandir las escuelas primarias que brindan el ciclo completo de seis grados.