Al completarse la formación y la erupción de las piezas dentarias, sus partes calcificadas se hallan sujetos a una gran variedad de acciones del medio bucal, de las funciones masticatorias y de agentes físicos y químicos que condicionan o producen daños en su constitución anatómica y funcional. Según su ubicación y origen los desgastes pueden ser: Atrición y Abrasión. Se denomina Atrición a las pérdidas de sustancias en las coronas dentarias, que resultan del contacto y la fricción de las piezas dentarias entre si durante las funciones de masticación y deglución. En principio es una consecuencia normal de la oclusión dental fisiológica. Frecuentemente existen condiciones por las cuales este desgaste alcanza características patológicas. Debido a fuerzas oclusales anormales, por sobrecarga funcional en dientes remanentes, grandes maloclusiones y también aquellos hábitos patológicos como el bruxismo llega a desgastes no fisiológicos acelerados. La Abrasión se da cuando el desgaste de los tejidos duros dentarios se ha producido por el rozamiento o fricción repetida de diversos agentes mecánicos. La condición más común es el cepillado dental y el uso de dentífricos. Las formas de desgaste son cuneiformes, cóncavas o planas. Descripción del caso: Dichos casos pertenecen a pacientes con atrición de piezas dentarias por bruxismo, por ausencia de piezas dentarias y sobrecarga de las afectadas, y con mordida borde a borde producto de la mal oclusión. Los pacientes inspeccionados con abrasión corresponden a lesiones a causa del cepillado traumático. Conclusión: Al inspeccionar clínicamente las piezas dentarias es de suma importancia realizar un diagnóstico precoz de este tipo de lesiones determinando sus causas y planificando un tratamiento oportuno para evitar nuevas lesiones o así también detener el avance de aquellas previamente diagnosticadas.