Tres términos organizarán mis palabras de apertura: 1º) lo colectivo; 2º) el qué hacer; y 3º) la esperanza. Nuestros congresos son celebraciones de la vida antropólogica, y de la vida a secas, por lo menos así muchos y muchas los añoramos, por eso nos costaba tanto a todes decidir virtualizarlo. Porque a muches nos cuesta pensar sin el cuerpo a cuerpo para producir la experiencia del conocimiento. Es una de las claves de nuestro oficio. El estar ahí. Pues ahora estamos ahí, acá, compartiendo nuestras casas-mundo.
Los convocaré en nombre de quienes organizamos este Congreso a sumergirse en el cine etnográfico que está programado en este mes y medio, y a conversar sobre lo visto los miércoles por las mañanas; a conocer el tiempo y los hechos que nos traerá Hugo Ratier dentro de pocos minutos en la conferencia inaugural; a seguir todos los martes y jueves de junio y primera semana de julio los paneles con querides colegas e invitades activadores del pensamiento y escudriñadores de la realidad; y les invito a escuchar interesante conferencia de cierre de esta primera etapa, donde Hebe Vessuri nos hará reflexionar.
Lo disfrutaremos, porque hoy más que nunca, un motor y propósito de este evento es celebrar la vida. En medio de tanta muerte de pandemia, celebrar esta realidad de pantallitas, de estar juntos, es un amarrarse a los afectos, y una apuesta feroz a la producción de conocimiento situado. Es -vuelvo a la primera palabra- sembrar en colectivo, para cosechar multiplicado. Es comprometerse rabiosa y amorosamente con un espíritu igualitarista, y seguir teniendo la esperanza del abrazo.
En nombre del comité organizador les doy la bienvenida a este 12º Congreso Argentino de Antropología Social que realizamos desde la Universidad Nacional de La Plata.