Durante varias décadas del siglo pasado, numerosos historiadores sostuvieron una tesis que más tarde fue conocida como la “tesis del voluntarismo y la ciencia experimental”. Básicamente, dicha tesis se articula del siguiente modo: los representantes del voluntarismo teológico entienden que Dios creó el mundo por un acto de mera voluntad, esto es, sin estar constreñido por principios eternos y necesarios. Esta postura voluntarista determinaría la concepción de que el mundo natural es una realidad contingente. A su vez, dado que lo contingente solamente es cognoscible por medio de la experiencia, esto tiene como consecuencia que la naturaleza solo puede ser comprendida a posteriori, a través de un examen cauteloso de los fenómenos basado en una epistemología experimentalista (Foster 1934; Henry 2009). En suma, esta tesis asume que el voluntarismo teológico trae aparejada una epistemología experimentalista.
Nuestra postura es que Descartes no puede ser encasillado definitivamente en uno de los polos de la polaridad voluntarismo-intelectualismo. En esto acordamos con John Henry. Por otro lado, siguiendo a Harrison, consideramos que en Descartes existen pasajes voluntaristas que inciden en la ciencia cartesiana. A continuación, analizaremos la analogía del cuerpo humano con una cuerda, presente en la sexta de las Meditaciones Metafísicas. Intentaremos hacer foco en la perspectiva voluntarista que nutre dicha analogía, a fines de enriquecer la controversia Harrison-Henry a propósito de la tesis del voluntarismo y la ciencia experimental.