El presente escrito tiene como objetivo presentar algunas reflexiones surgidas a raíz de nuestras prácticas docentes del profesorado en Ciencias Antropológicas, en una escuela media estatal ubicada en el límite sur de la Capital Federal.
Durante el cursado de la última materia correspondiente a la carrera, tuvimos que conformar una planificación curricular acorde a la espacialidad donde realizaríamos las prácticas. Esto conllevó una particular investigación sobre el territorio y las condiciones históricas institucionales y de las personas que allí transitaban; y la pregunta, de cómo abordar la elevada presencia de estudiantes provenientes de países limítrofes (específicamente de nacionalidad paraguaya y boliviana) que registrábamos, en el armado de dicha materia.
Partimos de cruzar la variable migratoria de este espacio, con la de ser un lugar signado por la escasez de servicios educativos formales y cercanos, con una fuerte desigualdad social y restricción del acceso a bienes económicos, y una marcada presencia de la sociedad civil en diversas modalidades.
Intentaremos explicitar aquí tres momentos en los que las ideaciones sobre lo “migrante” dialogaron con la propuesta didáctica. Un primer momento, durante el proceso de reconocimiento del grupo y de la forma en que los niveles barrial, escolar y áulico han leído y respondido a la especificidad de los saberes y prácticas estudiantes que allí circulaban. Una segunda instancia, en las formas de diseño y construcción del programa de la materia a dictar para las prácticas docentes, y en el diálogo con las demandas y expectativas de la propia escuela respecto a ello. Finalmente, reflexionaremos sobre las respuestas y tensiones que transitamos a lo largo del dictado de la materia, recuperando la voz de les estudiantes, y con esto, discursos de primera mano sobre trayectorias migratorias, en las actividades propuestas.