Las Leyes de Platón describe la construcción de una comunidad en la que impere la ley. El imperio de la ley reside en su absoluta obediencia por parte de todos los habitantes de la ciudad, sin distinción alguna.
La obediencia a la ley garantiza un Estado inteligente, i.e., un Estado justo. Este nuevo Estado presupone tanto la igualdad económica de sus integrantes, condenando la riqueza, como la educación de todos los sectores sociales.
El esfuerzo platónico a favor de la tolerancia política, procurando la no discriminación, y de los derechos cívicos de los inmigrantes respecto de los ciudadanos nativos constituye un pilar del Estado libre de corrupción, precisamente aquel que, legislación mediante, admite a los extranjeros, a la vez que induce a la benevolencia para con ellos.
En el pensamiento económico Platón no deja dudas al respecto. Sin embargo, en un pasaje del código comercial de Las Leyes, el de la propiedad de objetos reclamados por terceros (915 c-d), se encuentra una clara excepción que restringe esta benevolencia. En este contexto Platón también es tajante: los inmigrantes serán castigados con la pena de muerte si es que violan la regla de la igualdad económica, condición de posibilidad de la nueva polis.
El presente trabajo analiza este punto en contra de los inmigrantes.