Desde su análisis sobre la imposibilidad de hallar un sentido puro y definitivo, Merleau Ponty se enfoca, en El lenguaje indirecto y las voces del silencio, sobre una propiedad del sistema significante: aquella por la cual logra atribuir sentido a partir de las distancias, los huecos y desvíos; una expresión que brota del espacio mismo entre las palabras, un signo que emerge desde la ausencia de un signo. Teniendo en cuenta dicha propiedad significante, y en relación a la experiencia estética, presentamos una pregunta que nos servirá de punto de partida: ¿es posible abarcar en un esquema discursivo, en forma completa y coherente, los diferentes aspectos que se ponen en juego en el interior de la dinámica artística? Esta cuestión, a primera vista, le presenta al lenguaje un panorama desolador: por medio de un tránsito errático que oscila entre el exceso de palabras y su defecto, se pone en evidencia un límite que aparentemente deja a la riqueza de esta experiencia como patrimonio exclusivo de la vivencia personal. Sin embargo, nos sentimos tentados a insistir sobre algunas de estas cuestiones, pero renunciando, de antemano, a proponer un recorrido certero y acabado.
Para ello, en el presente trabajo, ensayaremos algunas aproximaciones teórico-argumentales centrándonos en ciertas problemáticas filosófico-estéticas que se vinculan a la imagen visual en tanto fenómeno artístico.