Estamos en una época en que el imaginario social del uso de las TIC´s en la escuela se está transformando. En las décadas del 60 y 70 el discurso predominante apuntaba a los efectos nocivos de los medios masivos, a la “inyección” de una ideología represiva sobre la conciencia de la masa. Los medios audiovisuales eran juzgados como fuente de “contaminación mental” y también como agentes unidireccionales de la socialización de los más jóvenes. De este modo, el receptor era considerado un objeto pasivo que, influenciado por los medios, “recibía todo ya hecho”.
Con el desarrollo del campo de la comunicación y la cultura o lo que conocemos como “estudios culturales”, el discurso sobre las tecnologías de la información y la comunicación varía sustancialmente respecto de aquellas tesis pesimistas reinantes en los años 70. Los estudios culturales van a quebrar la unidireccional influencia de la tecnología sobre el receptor, para dar lugar al análisis de los contextos sociales desde los cuales el sujeto receptor interpreta los mensajes. Uno de los supuestos básicos de los estudios culturales es, entonces, que el receptor es un sujeto interactivo, constructivista frente a la pantalla (de TV o computadora) y que, dada la polisemia de la imagen visual, tiene la capacidad de resignificar los mensajes. Además, la comunicación audiovisual permite al receptor establecer una relación más afectiva que intelectual con los contenidos recibidos. En síntesis, para los estudios sobre la recepción es necesario proyectar múltiples miradas para entender al sujeto en su relación con los medios de comunicación: sus gustos y disgustos, su entretenimiento o aburrimiento, su aceptación o rechazo, su motivación a ver o cambiar la programación, sus resignificaciones y apropiaciones de lo que ve en la pantalla.