A partir de la primera marcha "Ni una Menos" el 3 de junio de 2015 en la Argentina, el abordaje con perspectiva de género de las problemáticas vinculadas a la desigualdad y a las violencias contra las mujeres y las diversidades, se convirtió en una herramienta fundamental para la organización social de la vida cotidiana. En ese contexto, las organizaciones sociales y feministas propusieron distintas estrategias para deconstruir ideas naturalizadas y evitar la reproducción de violencias en todos los ámbitos. En esa misma línea, en el año 2018 durante el debate por el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, jóvenes de distintos establecimientos educativos de la Provincia de Buenos Aires y de Ciudad Autónoma de Buenos Aires, ocuparon un papel protagónico para exigir a las autoridades de sus instituciones la toma de postura sobre el proyecto en tratamiento y la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) en todos los niveles, sancionada en 2006. Esta experiencia en el ámbito educativo, marcó un antes y un después. El estudiantado comenzó a tener un rol decisivo al momento de exigir el cumplimiento de derechos vinculados a políticas de género y en ese sentido, sus prácticas requirieron la creación de nuevas normativas y protocolos. El lenguaje inclusivo empezó a instalarse en todos los ámbitos y no escapó a las instituciones educativas, en ese marco se fortaleció como herramienta política y como respuesta a un discurso que naturalizó al masculino como genérico durante años.En ese sentido, es importante analizar que las juventudes de hoy, incorporan a su cotidiano estas problematizaciones y el género aparece como un tema transversal en sus prácticas cotidianas. Sin embargo, el uso del lenguaje inclusivo en el plano educativo, vuelve a las instituciones espacios de interpelación y disputa.En la ciudad de La Plata, se llevaron a cabo dos eventos que pusieron en escenario este debate: por un lado en abril de 2019 se llevó a cabo el primer Congreso de Lenguaje Inclusivo organizado por la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y la Defensoría del Pueblo; y por otro, en octubre del mismo año se realizó el 34° Encuentro Plurinacional de Mujeres y Diversidades donde hubo una mesa de debate dedicada de manera exclusiva al lenguaje inclusivo. En ambos encuentros, la mayoría de las experiencias contadas por quienes participaron tuvieron como territorialidad a las escuelas primarias y secundarias, las universidades y los institutos de formación.El uso del lenguaje inclusivo como herramienta política de interpelación también describe a una juventud comprometida con la identidad. En ese sentido es importante reconocer las particularidades de las juventudes de hoy que además, a partir del uso de las redes, encontraron la posibilidad de comunicarse sin intermediaciones y por ende, desde sus perspectivas y recuperando sus intereses.