La poesía según Machado debe hacer manifiesto el fluir temporal y la interacción del poeta con su
época a partir de un código simple, lo que implica el rechazo de toda pretensión aristocratizante. El
pueblo debe ser el receptor privilegiado. Es por esto que aboga por el uso de una "palabra
integral", próxima al lenguaje hablado y por el empleo de formas estróficas de clara raigambre
popular. Tal es el caso de "La tierra de Alvargonzález", que remeda la primaria función cultural de
cualquier narración tradicional: la de ser ejemplos de vida. El deseo de dignificar cierta veta vulgar
del romancero, los romances de ciego o pliegos de cordel, que -no olvidemos- son importaciones
de la cultura letrada, se cifra en un lenguaje complejo en su factura, mas no en su comprensión,
que combina motivos y estrategias de tradición popular con símbolos de procedencia modernista.
En la profundización "modernizadora" de algunas de sus posturas ideológicas, anuda el uso de un
molde estrófico de tradición oral, el romance, con una serie de reflexiones de carácter
noventaiochista. De este modo, el arte no es sólo expresión estética, sino -como querían los
hombres de la generación del ´98- un bastidor en el que se enhebran también cuestiones de índole
histórica y social.