La cuestión abierta, tensa y siempre latente de por qué y para qué enseñar filosofía, se nos muestra iluminada de manera fundamental en el horizonte de expectación y reflexión sobre una futura práctica docente. Aquí, ensayar respuestas no significa más que abordar las preguntas bajo la tesitura de lo problemático. Es decir, tratando de filosofar sobre la filosofía misma y sobre nuestras pretensiones como filósof@s, sin perder de vista que el curso de las reflexiones y de las proyecciones se desliza sobre un camino inacabado, aún no agotado, del quehacer y del desarrollo socio-personal.