La historia intelectual y la historia cultural de los años recientes en la Argentina reconocen en los itinerarios de Jorge Rivera, Eduardo Romano y Aníbal Ford una inflexión —por cierto fundante— en los modos de abordar los medios de masas y la cultura popular en el país. La “invención” de los estudios sobre cultura popular hacia fines de los años sesenta y principios de los setenta, una suerte de versión criolla de los Cultural Studies (Alabarces, 2006, Romano, 2012) estaría fuertemente asociada a los intereses que desplegó este grupo en torno al folletín y la gauchesca, el periodismo, las letras de tango, el cine nacional, el melodrama, la radio y la televisión, los saberes populares y sus intérpretes. Este “contingente de intelectuales populistas” —al decir de Beatriz Sarlo— practicó “una lectura peronista de la cultura popular” y reivindicó objetos que entonces parecían monopolizados por el análisis semiológico y la estética pop. Visualizó en su emergencia histórica los fundamentos y posibilidades de una cultura “popular-nacional” que las elites tanto como la izquierda habrían pasado por alto