Son muchos los autores que se han dedicado a investigar la génesis del deporte, en términos generales se pueden advertir dos posturas antitéticas. Por un lado encontramos a quienes entienden al deporte como un hecho casi natural, que se relaciona a factores orgánico funcionales, que ha existido desde siempre y que ha ido cambiando conjuntamente con la sociedad y cultura donde acaeció, por lo tanto el estudio de sus orígenes debe remontarse a tiempos prehistóricos. Por otro lado se podrían reunir a quienes entienden que el deporte es una práctica corporal producto de la construcción social, que surge en Inglaterra en el siglo XVIII fruto de un momento de rotundos cambios sociales que favorecieron la creación de una nueva forma de relacionarse con el cuerpo y con el movimiento. El presente trabajo intenta recorrer los fundamentos que se brindan acerca de estas dos perspectivas que se presentan como muy antagónicas, elaborando una conclusión provisoria.
También pretende dar un paso más, que ubique el debate en el camino de lo lingüístico. Por un lado habría que analizar las consecuencias, en el mundo de habla hispana, de asignarle un nuevo sentido a una vieja palabra, “deporte”, en lugar de haber introducido el barbarismo, “sport”. Asimismo, entiendo que la frase “deporte moderno” es digna de análisis dado que acarrea confusión, a pesar de que es de uso común aún entre quienes entienden al deporte como una construcción social relativamente reciente.