Se sostiene que las experiencias plásticas y mediadoras de E. A. Vigo en la ciudad intentaron instalar nuevos comportamientos artísticos, un estado de vanguardia frente a un campo artístico más tradicional, especialmente sustentado en los envíos a los salones provinciales y a la enseñanza de algunos talleres en la Escuela Superior de Bellas Artes. A finales de los años 50 el arte nuevo se empezaba a producir en los talleres de los jóvenes artistas, que saldrán a luz como Movimiento Si, y las renovaciones estéticas se trasmitían desde las clases de Hector Cartier, Manuel López Blanco combinando la nueva visión y el existencialismo. La solidez pictórica de maestros como Martínez Soliman, Carlos Aragón o Francisco Vecchioli condujo a una afirmación de la pintura figurativa con fuertes componentes expresionistas. Esta primera renovación es asimilada a finales de los años 50 como una verdadera escuela, como parte de la tradición a lo que responderá con la fuerza de la actitud rupturista E. A. Vigo más que el grupo Informalista, que sin duda renovará el lenguaje pictórico al interior del sistema. Vigo se propone revulsionar1 dicho sistema proponiendo un no arte, pero también difundiendo y comentando lo que acontece para provocar una vanguardia tanto en la producción, como en la recepción. Un artista difusor que tensiona la relación entre vanguardia y reacción, en analogía con la intervención de los artistas en el proceso social de constitución de significados estéticos durante los años 60, alrededor del DI Tella, en los que prevaleció en Argentina un arte de difusores.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)