Si se desea asumir la historia del arte argentino como un todo múltiple y complejo es necesario superar el modelo estructurado sobre la dicotomía centro-periferia que ubica al pasado provinciano en un lugar subalterno; por otro, vincular la obra artística con el entramado histórico en el que está inserta, considerando también a los actores sociales vinculados a su producción como constructores de un espacio simbólico en el que están representados sus intereses; y, por último, abordar lo visual con un criterio amplio que permita incluir manifestaciones anteriormente subestimadas.
Desde esta triple perspectiva está planteada esta ponencia, que es una aproximación parcial de una investigación en curso que sostiene que el grupo hegemónico que llevó adelante el proceso de modernización en Bahía Blanca a fines del siglo XIX se construyó a sí mismo destruyendo al opositor en un juego ambiguo de seducción /destrucción propio de una relación perversa narcisista (Hirigoyen, Marie-France,2000) Nuestra hipótesis en este caso es que el humor, una de las variantes utilizadas en la instalación de la violencia simbólica en la vida cotidiana, empleó lo gráfico en un sentido amplio como una variable más efectiva que la discursiva respecto de la aplicación del sarcasmo, la burla y el desprecio.