El propósito de este trabajo es analizar cómo Silvina Ocampo desde una narrativa paródica indaga el uso doméstico de la fotografía, estableciendo una relación entre la toma fotográfica con su pretendido valor de registro, y el proceso de elaboración de la fotografía, entendida como construcción y escenificación.
Como imagen que domina la modernidad, la fotografía implica por primera vez la construcción de representaciones pictóricas a través de un proceso técnico. A diferencia de la pintura donde el referente debía ser según Barthes algo facultativamente real, en la fotografía es algo necesariamente real que ha sido colocado frente al objetivo y sin el cual no habría imagen.
De allí que se conciba como réplica del mundo que testimonia un suceso, cuyo «valor de objetividad» conforma la significación más extendida de este dispositivo.
Pero si tenemos en cuenta que antes de ser una mera reproducción de la realidad, la fotografía «es una grabación de una situación luminosa en tal lugar y en tal momento» que congela un instante; lo que se pone en juego es al decir de Gubern, una manipulación de lo técnicamente visible y no de lo humanamente visual. Esto nos lleva a pensar la foto como dispositivo constructor de imágenes y de sentido.
El cuento "Las fotografías" de Silvina Ocampo narra el cumpleaños de quince de Adriana que no puede moverse a causa de una parálisis. El festejo se organiza en función del ritual fotográfico, para lo cual se estudian y se preparan minuciosamente las poses y ubicaciones de los personajes. Al final del relato, Adriana muere sofocada por el calor y el agotamiento.
Sin embargo, la experiencia de ser fotografiados en su cumpleaños aparece siguiendo a Walter Benjamin, sólo como el botín de la cámara.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)