La palabra dicha, oída, cantada o contada, nos atraviesa desde el origen de la humanidad, desde el primer arrullo o el primer grito.
Leyendas, cantares, rondas, proverbios, conforman la tradición de un pueblo que a través de la voz va constituyendo su memoria colectiva. Sin esa capacidad de narrar, y sin el encuentro narrador-oyente, los pueblos carecerían de imaginario, y las culturas, de raíces sustentadoras.
La oralidad posibilita una cultura dinámica y creativa; habilita un lugar de encuentro desde donde contar la historia, la otra historia, la no oficial, y se mezcla con la literatura escrita; ambas conviven en la memoria individual de forma armoniosa.
Lo tradicional y lo nuevo dialogan, y fusionados, dibujan de manera única e irrepetible el imaginario de un pueblo, a través de relatos que conforman la trama discursiva de la sociedad.
Arte instantáneo, inmediato, espontáneo y transparente, como caracterizara a la poesía oral Paul Zumthor, se expresa en múltiples variantes, de las que analizaremos dos: los romances españoles medievales, y los corridos mexicanos. Nuestro trabajo se centrará en destacar el cruce permanente entre ambas expresiones poéticas, misteriosa comunicación subterránea entre culturas, que siempre es apasionante develar.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)