En los últimos años el estudio de la cultura visual ha protagonizado un espacio de investigación importante en el campo de la Educación Artística que ha centrado el interés por abordar una línea de pensamiento en el marco de un paradigma que entiende el arte como un hecho cultural. Esta perspectiva sitúa las claves para comprender el hecho artístico en el proceso mismo de la experiencia humana con relación a su entorno.
Si entendemos que la cultura es un complejo sistema en permanente evolución por el efecto de las interacciones de diferente orden que impactan en nuestras concepciones acerca del mundo en general y del arte en particular, podemos inferir que sus efectos relativizan los significados del arte de acuerdo a los contextos en que se producen y se observan.
Si bien se han desarrollado hasta el momento importantes estudios sobre la cultura visual de cara a la construcción de formas visuales creativas y expresivas, con una notable profundidad, cierto es que debemos plantearnos el abordaje de un campo más amplio que involucre otros sentidos además del visual, ya también forman parte de los rasgos identitarios del entorno y su registro y aprehensión forma parte de nuestra cultura sensible que alienta otras perspectivas para la educación artística.
El abordaje de la cultura sensible en los procesos de enseñanza y aprendizaje artísticos nos exige transversalizar lo visual con los demás sentidos, articulando la impresión de los diferentes tipos de estímulos, de información y modos de registro, aportando otras cualidades identitarios propios de los diferentes medios en los cuales desarrollamos nuestra experiencia humana, dinamizando los procesos de creación y de interpretación del arte en los diferentes contextos.