En la contemporaneidad hay una nueva forma de valoración del objeto cerámico ya que éste trasgrede su sentido tradicional. Esta ruptura de límites, en un punto, es impulsada por las nuevas tecnologías digitales, que posibilitan que transformemos, multipliquemos, hagamos retoques, fotomontajes etc.
Entonces convertimos lo real e intervenimos sobre el registro fotográfico, manipulando y distorsionando las imágenes. Generamos una imagen compuesta, surgida de lo real y lo virtual, dejando atrás a la fotografía como registro de la realidad como se pensaba en la modernidad. Pensamos una imagen ficcionada, con un discurso más abierto como un universo de poéticas subjetivas.
En este contexto, se abordará a la fotocerámica, siendo una de las posibles alternativas de tratamiento cerámico, formulando nuevos interrogantes, que se relacionan y dialogan, acercando al espectador la obra, a partir la imagen ficcionada.
Siendo una técnica ancestral se pensaría a ésta como improbable de integrarse a diversas disciplinas de la actualidad. Por el contrario, se hallaron puntos de encuentro dados por el soporte y la plasmación de una imagen ficcionada. El artista en pos de esa “imagen”, hace que recurra a intervenciones propias del quehacer cerámico, y la elección de la fotografía a utilizar, con su debido proceso en programas actuales.
El propósito de tomar algunos ejemplos de fotógrafos contemporáneos, como Joan Fontcuberta, Candice Breitz, e Iñaki Bonillas, que utilizaron la imagen para “engañar” al espectador, simulando hechos que nunca fueron reales, y otros que hicieron intervenciones digitales en función de un discurso propio; se lo hace con el propósito de compararlos con la técnica de la fotocerámica, coexistiendo y buscando la misma intencionalidad en ambos, una imagen ficcionada.