Hacia fines de los años ´50, el grabado argentino asistía a una visible renovación de sus prácticas y estrategias de circulación. Inscriptos en las políticas del entusiasmo desarrollista, sucesivos programas y emprendimientos impulsan, a lo largo del período, la ampliación de los tradicionales espacios de legitimación de la obra gráfica, la revisión de sus estrategias de difusión y su reconocimiento y proyección internacional.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)