Varios autores coinciden en señalar a 1949 como un punto de inflexión en el rumbo del gobierno peronista. El sistema educativo no fue ajeno a esa impronta, y además de un movimiento institucional, también hubo modificaciones en los programas de estudio que manifestaron una vocación por lograr la “socialización política del sistema educativo”. Según Mariano Plotkin, es entonces cuando comenzarán a desarrollarse políticas abiertamente doctrinarias. Silvina Gvirtz coincide en el giro de 1949, pero arguye que la aplicación de esos contenidos en el aula distó bastante de las pretensiones del gobierno: si se esperaba que los docentes actuaran como mediadores de los elementos doctrinarios en los contenidos escolares, habrían modificado esos contenidos según sus propios posicionamientos e, incluso, los habrían obviado.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)