Colombia, desde sus inicios republicanos, buscó desligarse, en parte, de la tradición colonial que había heredado de España y embarcarse en el proyecto de la modernidad, propio de las potencias económicas europeas y en auge en los Estados unidos. El siglo XIX, sobre todo después de su segunda mitad, vería cómo las élites dirigentes se abocaron hacia la apertura librecambista y la exportación de materias primas, en lo económico, y al liberalismo y la soberanía popular, desde la política. Liberales y conservadores, partidos tradicionales desde 1850, tomarían a la modernidad como panacea del desarrollo del país. La necesidad de que Colombia entrara en el estadio de la civilización y dejara de ser un territorio bárbaro y periférico sería el objetivo de la política liberal y conservadora, aunque ambos proyectos tuviesen formas diferentes de labrar dicho camino. En ese proceso, cuestiones como la libertad de esclavos, la separación de la Iglesia y el Estado, la laicización del país, la inserción en el capitalismo, entre otras, fueron clave para estructurar la modernidad dentro de un Estado atrasado, aislado y muy tradicional.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)