Hay quienes piensan que diseñar un itinerario de visita tiene que ser como preparar una pata de pollo con tomate. Un plato rico, fácil y nutritivo con el que no podemos equivocarnos. Otros prefieren pensarlo como empanadas de sabores originales, una masa no muy sabrosa que se enriquece con lo que va adentro.
En el Museo de las Escuelas nos gusta pensar los itinerarios temáticos como “guiones a la cacerola a las muchas manos”.
Pueden ser sopas o carnes que para que salgan a punto necesitan mucho tiempo de cocción y dar con los ingredientes adecuados. Recorridos de visita que se ponen ricos a fuego lento cuando los sabores se integran y llegan al plato como si fueran un todo. Que exigen probar y volver a salpimentar porque no es fácil saber cómo van a resultar ya que nunca los ingredientes son exactamente iguales y quienes revuelven y pican y esperan son tanto los expertos como los que acaban de llegar…Diseñar un itinerario temático es una tarea que lleva años y que nunca termina del todo. En cada recorrido buscamos que los contenidos no aparezcan separados de las estrategias y eso lleva mucho tiempo de prueba y de reflexión. Queremos que idea y acción sean un todo, que cuando se elige determinada práctica se lo haga porque en ese “hacer” se esté mostrando y actuando el contenido elegido. Queremos que la técnica y la idea sean la misma cosa, que si elegimos que el visitante haga una prueba de escribir con la mano contraria a la que usa al hablar de la prohibición de usar la mano izquierda en la escuela de 1900, sea porque creemos que el cuerpo va dar razones que no se lograrían solo con la palabra.
(Párrafo extraído del texto a modo de resumen)