Como trabajadores sociales, lectores e interventores, a través del lenguaje en la realidad social de niños y jóvenes, nos parece esencial reflexionar en torno de la literatura infantil como herramienta de construcción identitaria. Ello nos permite explicitar que, en todo texto literario, el autor proyecta en él su ideología, su concepción de mundo, de las instituciones, de las relaciones entre los seres humanos, entre otras, pero la plurisignificación de los textos permiten que en él el lector también proyecte su mirada del mundo y las inscripciones debidas a su proceso vital.
En este sentido, se hace explícita la función del lenguaje poético en tanto herramienta que, trascendiendo la inmediatez del lenguaje y sus arbitrariedades como construcción sociohistórica, se inscribe en la subjetividad de un otro-lector, el cual es interpelado en su condición de sujeto y respecto a dimensiones de su existencia tales como pertenencia de clase, género, etnia, por referir algunas.
Esta interpelación que se provoca desde el autor hacia el lector sirve de base a la identificación de este último pues el escritor mantiene un diálogo con el sujeto que ya está significado, al unísono que inaugura significaciones plurales que tienen asidero en la singularidad y en el propio recorrido social del lector.
Partimos de la hipótesis que es posible encontrar una mirada de la generación que articula las representaciones de la niñez existentes en tanto dibujan construcciones diversas del mundo inscriptas a través de la vivencia de etapas políticas muy distintas de nuestro país. Tomamos por esto para nuestro análisis tres autoras que representan generacionalmente tres momentos distintos de la escritura para poder descubrir en ellas matices en la mirada de conformación del sujeto niño: Laura Devetach, María Teresa Andruetto e Isol.