La vanguardia como concepto artístico comprende a las nuevas escuelas cuyos programas estéticos se caracterizan por el rechazo del pasado y el culto de lo nuevo. La novedad reside en el proceso de destrucción de la tradición. En consonancia con estos lineamientos surge el Surrealismo (1924-1938) en torno al grupo Dadaísta de París, como un movimiento poético, en el que pintura y escultura se conciben como consecuencias plásticas de la poesía. Este movimiento adquiere un carácter afirmativo ya que desea construir una nueva realidad basada en la síntesis de contrarios. Entiende la vida y el arte como un estado de tensión entre lo posible y lo imposible, lo pasado y lo futuro, lo racional y lo irracional, lo consciente y lo inconsciente, como manifestaciones del dualismo humano. En este contexto es que insertamos el análisis del Surrealismo, y en particular, de la obra de Salvador Dalí “La persistencia de la memoria”. La misma, en consonancia al movimiento vanguardista al que pertenece, se caracteriza por representar la temática del inconsciente. El pintor muestra aquello que hay en el inconsciente de cada hombre. En la obra, todo es fugaz, el tiempo es relativo. Lo único que perdura es el paisaje.