La noción de “deuda” es constituyente de la relación de poder y de la relación colonial. Entre las sociedades arcaicas y las contemporáneas perdura el poder constituyente de la deuda en el lazo social. De las sociedades arcaicas estructuradas por la “deuda finita” a las sociedades contemporáneas definidas por la “deuda infinita”, se desplaza la noción de “deuda” en la configuración de la subjetividad y del lazo social a través de las estructuras elementales de la violencia. La deuda es una construcción política que moviliza y desplaza las relaciones exteriores de la sociedad a las creencias interiorizadas de los individuos, porque el vínculo entre acreedor y deudor es la relación social fundamental de la comunidad y sus creencias simbólicas. De las sociedades sin Estado a la deuda contraída con el Estado, se produce la larga genealogía de la génesis del capitalismo que se expande en su última mutación en el gobierno de las finanzas contemporáneo. En el presente la vida se ha vuelto “capital humano” y nuestros compromisos afectivos, materiales y cognitivos se han desquiciado. La pregunta que hoy nos asiste es cómo escapar a la condición neoliberal del hombre endeudado. No son simples salidas técnicas, económicas o financieras las que muestran una perspectiva de transformación. Se trata de poner en tela de juicio la relación social fundamental que estructura el capitalismo, porque éste como concepción de una economía libidinal y material se estructura como una violencia en la relación entre acreedor y deudor que atraviesa las creencias individuales y comunales.