Las reflexiones filosóficas acerca de la política, desde La República de Platón, han tendido a pensar los fenómenos colectivos desde el prisma médico patologizante. Con la aparición de las “ciencias del hombre”, la investigación acerca de las “patologías colectivas” que socavan el orden social ideal se vuelven objeto de una nueva disciplina. En la ciencia social finisecular del siglo XIX, la “psicología de masas” irrumpe en el campo teórico como una respuesta al crecimiento del socialismo y el disciplinamiento de las masas en las grandes urbes.
La Psicología de las multitudes, de Gustav Le Bon, pretende ser una obra de ciencias sociales a la vez que un “manual” para gobernantes modernos. Si bien la obra del pensador francés permanece atada a rígidos pares conceptuales que empobrecen el problema de la sociedad de masas, tales como racional/irracional o normal/patológico, contiene interesantes intuiciones o, más bien, índices desplazados de otros modos de abordar el problema de las identificaciones colectivas. En este sentido, nos interesa explorar el modo en que Ernesto Laclau, en La Razón populista, recoge las reflexiones de Le Bon para enfrentarlas a la lingüística saussiriana y al psicoanálisis. Esto nos permitirá poner de relieve cuáles son las rupturas fundamentales que hubieron de operarse en la concepción de la ideología o la dominación en el marco de lo que se dio en llamar “estructuralismo francés”.