La consideración de las continuidades y transformaciones del modo de producción proporciona un hilo conductor para visualizar el carácter histórico de diferentes procesos sociales y generar análisis que enfoquen las problemáticas particulares de América Latina permitiendo comprender la conformación de una matriz de relaciones de poder que anuda, desde la conquista de América hasta la actualidad, formas y criterios de clasificación de los seres humanos, con formas de organizar la producción, en base a la división del trabajo capitalista.1 Los cientistas sociales abordan tanto la desigualdad social, vinculada a la manifestación de la apropiación desigual de los bienes económico-sociales que experimentan las clases sociales, como la diversidad cultural, dada por la pluralidad de modos de vivir en sociedad y generar representaciones sobre ello que persiste a pesar de los intentos homogeneizadores de los sectores hegemónicos, tal como lo expresa Gilberto Giménez.2 La relación diversidad/desigualdad se manifiesta en conflictos que son objeto de preocupación no sólo en nuestro país sino en la región y en el mundo. De allí que la articulación de ambas dimensiones de la vida social estudiada desde una perspectiva interdisciplinaria, se pone en juego para el análisis de los procesos socioculturales argentinos y latinoamericanos en toda su complejidad.
La comprensión de lo social desde la investigación y en la intervención, en el marco de la construcción dialéctica y dialógica de disciplinas entre sí, y entre sectores sociales o agentes en los diversos campos, pone de relieve y actualiza las relaciones históricas existentes entre disciplina e interdisciplina, y requiere tomar en cuenta la multidimensionalidad de las problemáticas abordadas.