En Ciencias Sociales, la imagen, la función, el contenido y el alcance del poder –pero también el sentido y las formas de emancipación- , han sido objeto de discusiones durante décadas en todas las disciplinas, cobrando especial relevancia la figura de estructura, y su relación con el sujeto.
Ahora bien, si el poder es considerado sólo en su dimensión coercitiva, en su vocación de control y en su representación estructural, simple o compleja, surge la pregunta acerca de la realidad que antecede al uso del poder y que se ve conmovida por éste. En el presente trabajo, el concepto de poder será entendido como fuerza continua, simultánea y reticular que se ejerce sobre otras fuerzas, provocando acciones, actuales o futuras. “Incitar, inducir, facilitar o dificultar, desvíar, amplíar o limitar, hacer más o menos probable, son sólo algunas de las categorías de poder, o en términos más generales, distribuir en el espacio, ordenar en el tiempo, disponer en el espacio-tiempo” (Deleuze, 2005). En este sentido, el poder excede la violencia y la exacción para adquirir una potencia que produce, modula, administra y estabiliza regímenes de vida, que más allá del estado de organicidad obtenido, resultarán imposibles de totalizar.