En el lapso final de su estadía sudamericana, pensando en su regreso definitivo a Europa, Carlo Zucchi decidió participar en el concurso para la tumba de Napoleón en París. Para ello comenzó a elaborar una serie de diseños que fueron enviados a Louis Visconti, a quien había conocido durante su estadía en la capital francesa y que finalmente sería el encargado de confeccionar el proyecto definitivo. En abril de 1841, por intermedio de Pedro de Angelis, Zucchi editó además un folleto que reunió sus ideas acerca del carácter e implantación del mausoleo. El trabajo fue realizado con la esperanza de que pudiera ser incluido en el concurso citado, sin embargo las ideas y los proyectos que el arquitecto envió ponían en discusión los alcances del mismo ya que comprendían cuatro posibles variantes de ubicación: un monumento de carácter majestuoso a construir sobre la colina de Chaillot, otro un poco menos ambicioso en la Explanada de los Inválidos, una tumba a colocar en el interior de la iglesia del mismo nombre y una cripta funeraria, tal como proponía el concurso y se realizó algunos años después. Esta iniciativa tuvo una suerte adversa, ya que llegó tarde a la convocatoria, no obstante revela una serie de ideas interesantes que nos permiten reflexionar acerca de la evolución de los modos de construcción de monumentos arquitectónicos en la primera mitad del siglo XIX, en un momento en el cual los obeliscos y columnas propias de la edad revolucionaria dejan lugar a la estatuaria y fundamentalmente la estatua ecuestre que resignifica la figura del héroe, en concordancia con los postulados de la naciente historiografía romántica.