Partimos de la idea, tomada de Lerner (1996) de que la docencia es una práctica social que se construye en interacción con otros y que requiere: plantear problemas a partir de los cuales sea posible reelaborar los contenidos y es también proveer toda la información necesaria para que los alumnos puedan avanzar en la reconstrucción de esos contenidos; promover la discusión sobre los problemas planteados, es decir, brindar la oportunidad de coordinar distintos puntos de vista, es orientar hacia la resolución cooperativa de las situaciones problemáticas; alentar la formulación de conceptualizaciones necesarias para el progreso en el dominio del objeto de conocimiento, es propiciar redefiniciones sucesivas hasta alcanzar un conocimiento próximo al saber socialmente establecido; promover que los estudiantes se planteen nuevos problemas más allá del ámbito de la formación inicial.
Cuando se toman decisiones acerca de qué enseñar en una asignatura se recurre a la disciplina para tomar como referencia cuál es el objeto de enseñanza, cuáles son los contenidos que es necesario que un alumno se apropie y distribuir esos contenidos en el tiempo. En este caso, se aborda la especificidad del análisis didáctico de las prácticas de lectura y escritura, mediante las interacciones particulares que se establecen entre maestro, alumno y contenidos en el contexto de la alfabetización inicial. También, se consideran las contribuciones provenientes de diferentes disciplinas que confluyen en el estudio de la enseñanza de las prácticas de lectura y escritura como prácticas sociales, creadas históricamente, por Bronckart y Schneuwly (1996), Lerner (2001), Castedo (2007), Molinari (2000).