Una perspectiva queer que atravesara la literatura infantil en las escuelas podría sumar mayor amplitud a lo que establece la Ley de Educación Sexual Integral 26.150, promulgada en octubre de 2006: “Ampliar la información sobre aspectos biológicos, fisiológicos, genéticos, psicológicos, éticos, jurídicos y pedagógicos en relación con la sexualidad de niños, niñas y adolescentes.” El espectro de consideraciones en la construcción de la identidad y en las relaciones interpersonales con los otros, desde una perspectiva de la diversidad sexual, habilita al tratamiento de temas complejos, como los diferentes tipos de familias (incluidas las homoparentales), las infancias trans, el tratamiento de las masculinidades, los primeros acercamientos a la orientación sexual y la diferencia de roles de géneros respecto de la sociedad.
Este planteo podría llevar solo a desarrollar y problematizar la cuestión de genero reducida al tratamiento de las femeneidades, sin tener en cuenta al género en toda su extensión. En este sentido, entendemos género como un concepto histórico y social, que estructura lo femenino y lo masculino de acuerdo a una normativa de identidad personal y configuraciones vinculares de los sujetos (Ostrovsky: 2010, p. 916). Para una mayor amplitud que garantice la inclusión, se entiende por queer según Preciado (2004) “una multitud de diferencias, una transversalidad de las relaciones de poder, una diversidad de las potencias de vida.” (p. 9).