No es habitual ser testigos directos e inmediatos de cómo contenidos conceptuales y procedimentales vistos y analizados para el nivel terciario se materializan en el trabajo áulico en la secundaria. Tampoco su aplicabilidad en distintas disciplinas que integran las Ciencias Sociales, a pesar de la insistencia en comprender la complejidad social desde todas las miradas posibles.
No obstante ello, existe plena coincidencia en la importancia de fortalecer el vínculo de los profesorados con las escuelas; en lograr la significatividad de saberes para los alumnos y en reconocer las dificultades que atravesamos los docentes al proponer estas prácticas dentro de nuestras planificaciones curriculares.
En este trabajo deseo presentar la experiencia que transite como alumna-docente en un Instituto de Formación Docente y en un colegio secundario de la Provincia de Buenos Aires. El tratamiento multidimensional del concepto de Pobreza posibilitó una transposición didáctica que atravesó niveles de educación y que tuvo como nexo la resignificación metodológica en distintos espacios curriculares -Geografía en el terciario y Educación Ciudadana para el nivel medio. Ello se evidenció tanto en las propuestas de trabajo grupales y colaborativas como en la flexibilidad de los recursos didácticos implementados en ambos niveles.
La formulación de ideas autónomas, el acompañamiento y la motivación a la investigación de una compleja problemática social, la creatividad y la posibilidad de empaparse con sus propias vivencias personales de manera empática, se tradujo en aprendizajes significativos y valiosos tanto para nuestros jóvenes del secundario como para los docentes en formación.