La siguiente ponencia se enmarca en nuestra experiencia como docentes de la cátedra de Investigación Social I, de la Licenciatura en Trabajo Social, de la UNLP.
En 2015 se instaura un nuevo plan de estudios, que conlleva a la creación y reestructuración de varias materias, pasando a ser la asignatura que dictamos de carácter anual a cuatrimestral. Esto significó la adaptación de contenidos teóricos y prácticos a un tiempo más reducido. Concretamente, se implementa un espacio específico para la enseñanza de destrezas y habilidades que posibiliten la aprehensión del oficio de investigar. Es así que la asignatura pasó a dictarse en seis horas semanales, siendo cuatro de ellas con modalidad teórico-práctica y dos horas dedicadas exclusivamente a la ejercitación necesaria para la práctica investigativa.
En este marco, de acuerdo a la nueva modalidad adoptada nos interesa identificar los facilitadores y las dificultades presentes en relación al proceso de enseñanza-aprendizaje, entendiendo al oficio de investigar cómo un proceso de integralidad que implica formación práctica, teórica y metodológica.
A su vez, se nos presenta el desafío de que la asignatura Investigación Social I se caracteriza por ser una materia metodológica dentro de una licenciatura básicamente de carácter intervencionista. A esto se suma, que la actual coyuntura sociopolítica dificulta el sostenimiento cotidiano de la exigencia que requiere una educación de nivel universitario.